La anécdota del Luchador que no se da por vencido
Hace casi veinte años, apareció un librito (en inglés) con un título que significa aproximadamente el que se ve arriba, y el cual enseña una gran lección.
Cientos de miles y quizá millones de hombres han admirado la anécdota y procurando seguir el ejemplo del héroe de ella, cuyo lema era: "Lo Haré".
Desgraciadamente esta historieta nunca fue traducida a otros idiomas, aunque beneficiaría a cuantos la leyeran.
Por creerlo así... por ser un elocuente ejemplo de lo que constituye la firmeza de voluntad que conduce al éxito, daremos aquí, un resumen de ella. Muy lejos estaremos de hacerlo en el expresivo y vigoroso lenguaje del notable y admirado escritor Pedro B. Kyne, de fama mundial, y dudamos que un simple compendio, cuando menos una traducción, pueda transmitir la elevada filosofía que contiene, el humorismo y el profundo sentido común que han hecho de la pequeña historieta una verdadera obra clásica.
Sin embargo, deseamos dar en síntesis la moraleja que está admirable anécdota encierra, y que ha sido una inspiración para tantos que; aspirando al éxito, habían creído insuperables los obstáculos con que tropezaran.
Mr. Alden P. Ricks, mejor conocido como "Cappy Ricks", fue el fundador y el espíritu dirigente de una importante Empresa Maderera y de Vapores.
En teoría, ya se había retirado de la dirección activa del negocio, pero en realidad continuaba siendo su principal guía y consejero, rehusando -como él mismo se expresóa abandonar su actividad mental no obstante haber suspendido su actividad física.
Los ayudantes y administradores activos de "Cappy" eran: Mr. Skinner, encargado del negocio de las maderas y Matt Peasley, quien dirigía los vapores, ambos eran hombres competentes en quienes Cappy tenía plena confianza, aunque a veces le entraban dudas de su buen criterio, especialmente en lo que se refiere a juzgar la capacidad de otros.
El problema que estos tres personajes confrontaban, según principia la historia, era la situación que existía en su oficina de Shanghai.
El empleado que había enviado a hacerse cargo de ella estaba dando mal resultado aunque esto no sorprendía a Cappy, porque en su opinión carecía de ciertas cualidades que él consideraba esenciales.
-Skinner, ¿Tienes un candidato para el puesto?, preguntó Cappy.
- Siento decirle que no, Mr. Ricks; todos los empleados que tengo bajo mis órdenes son jóvenes... demasiado para asumir esa responsabilidad.
- ¿Qué quieres decir con "Demasiado Jóvenes"?, replicó Cappy.
- Bueno, el único a quien yo consideraría competente para ocupar el cargo sería Andrews, y él apenas tiene unos treinta años.
-Treinta años ¿Eh?; pues si mal no recuerdo yo te empecé a pagar un sueldo de sesenta mil dólares al año cuando apenas tenías veintiocho.
-Es cierto, pero Andrews...bueno, no hemos puesto a prueba todavía su competencia.
-¡Skinner! - Interrumpió Cappy en voz resonante - no alcanzo a comprender todavía por qué no te he mandado al diablo. ¿Dices que todavía no hemos puesto a prueba la competencia de Andrews? ¿Por qué tenemos aquí gente que no sabemos que pueda hacer ?... ¡Contéstame! El mundo de hoy es el mundo de la juventud métete eso en la cabeza. (Dirigiéndose hacia el otro Administrador continuó). ¿Matt, qué te pareceAndrews para el puesto en Shanghai?
-Lo creo capaz.
-¿Por qué?
-Por qué lleva bastante tiempo con nosotros para haber adquirido la experiencia necesaria.
- ¿ Crees, Matt, que también tenga el valor necesario para asumir esa responsabilidad?. Eso es más importante todavía que la tal experiencia que Skinner y tú consideran como lo más esencial.
- De eso nada puedo decirle a Ud., pero me parece que tiene energía e iniciativa, y personalmente es agradable.
- Bueno, antes de mandarlo hay que convercernos de que tiene energía e iniciativa, de sí las tendrá cuando tenga que tomar una decisión inmediata a seis mil millas distantes de sus jefes a quienes pudiera consultar y proceder acertadamente de acuerdo a su criterio. Eso es lo más importante, Skinner.
- Tiene Ud., razón, Mr. Ricks y creo que es Ud., quien debe hacer la prueba.
-Convenidos, Skinner, -el próximo representante que mandemos a Shanghai tendrá que ser un luchador que no se dé por vencido. Ya hemos tenido allá tres que resultaron un fracaso, y de esos no queremos más.
Sin decir otra palabra, Cappy se echó de espaldas en su sillón giratorio y cerró los ojos.
Parece que va a fraguar-la prueba para Andrews. Dijo Matt Peasley en voz baja a Skinner al salir de la oficina de Mr. Ricks.
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