Escuchando la radio esta mañana, me llamó la atención algo que sin duda a muchos nos parecería no muy común, y es aproximadamente los siguiente:
En la religión judía, en los tiempos de Cristo, era obligatorio que todos los padres de familia enviaran a sus hijos como discípulos de un maestro, para que este los instruyera en la ley de Moisés. Los padres de familia también eran responsables de la educación de sus hijos y lo hacían con esmero.
Al llegar los chicos a la edad de trece años, el maestro decidía quienes iban a poder continuar bajo su tutela, estos sin duda eran los más inteligentes y tenían la posiblidad de sobresalir en la sociedad. En otras palabras, serían los futuros maestros.
Aquellos que no demostraban verdaderos avances, a esa edad, regresaban a sus hogares y se les enseñaba un oficio para que se pudieran defender en la vida. Se preparaban albañiles, pescadores, carpinteros, agricultores, etc.
Es de hacer notar que cuando Jesús inició su ministerio, no buscó a la gente brillante, no fueron los más inteligentes sus seguidores, sino que fue a buscar a estos que habían sido reprobados por los maestros de la época.
Él buscó pescadores, agricultores, recolectores de impuestos y gente que no era tan estimada por la sociedad.
Hoy en día quizás, tú y yo no seamos los más aptos para seguirle, quizás no somos los que la sociedad misma admira, pero Dios ha visto algo importante en nosotros. No ha visto apariencias, ha visto la necesidad del corazón...
Te invito a que tengas un encuentro personal con Jesús...
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